*En el pintoresco Otatitlán, a un lado del río Papaloapan, Doña Lucero Beirana apacigua, desde hace 50 años, los calores con sus paletas caseras de leche y agua sabor vainilla, fresa, coco, cacahuate, nuez, cajeta, rompope, chocolate, limón, grosella y uva
Carolina Miranda
Otatitlán, Ver.- En el corazón de la perla del Papaloapan, cuando el calor arrecia por los intensos rayos del sol, doña Beirana rescata a lugareños y visitantes. Primero fue su madre y ahora ella continúa con la tradición.
Desde hace 50 años, se han robado el corazón de muchos con unas dulces paletas de hielo, ahí donde llegó el Cristo Negro para quedarse, en el santuario. Y ahí surgió la Paletería Beirana del Santuario.
A un costado de la casa de la cultura y el edificio del ayuntamiento, resalta un mural colorido con un rostro amable, que más que mural, parecería una fotografía instantánea cuando observas que a un costado se encuentra la modelo de carne y hueso, despachando esos cubitos helados que refrescan el paladar y hasta el alma.
En Otatitlán, Lucero Beirana es un icono y con ella la receta de su madre para elaborar paletas caseras de leche sabor vainilla, fresa, coco, cacahuate, nuez, cajeta, rompope, chocolate, y de agua de limón, grosella y uva.
“Empezó mi mamá, ya murió. Se llamaba Aurelia”, rememora la mujer de pelo entre cano y arrugas en el rostro que dejan ver su experiencia e historias en más de ocho décadas de vida.
Aunque es oriunda de Tlacotalpan, su hogar por elección es Otatitlán. Su casa y su familia se formaron en este pequeño pueblo, a un lado del río Papaloapan. Ahí todas las tardes espera a que se esconda el sol para sentarse en su mecedora, mientras llegan uno a uno, por un pedazo de dulce sabor.
En el puerto de Veracruz, relata doña Lucero, hay otra paletería, casi con los mismos ingredientes que las del santuario. Su hermano fundó “Bombay”, paletas y helados 100 por ciento naturales.
Una tradición familiar del Papaloapan que trasciende.